Quiso armar una escalera con cajas de zapatos pero no eran las suficientes como para llegar a la ventana. Luego fue recolectando otras cajas más grandes, de diferentes tamaños y formas. Cuando consiguió hacer la escalera perfecta se apresuro a subirla pero la misma no soporto su peso a medida que avanzaba, y sus piecesitos se iban hundiendo en el cartón que se aplastaba, y su subida se convirtió en bajada. Contempló entonces el rectángulo de cielo en la pared que proyectaba un rectángulo de luz en la alfombra vieja y opaca, se recostó en él y pensó por un instante que ese rectángulo de luz era una cometa y el iba sobre ella volando sobre edificios grises y cuadrados, pequeños a su vista por lo alto de su vuelo. Sintió en ese momento el olor frío del viento en su rostro y suspiro. La ventana estaba aun más alta por lo que movió con mucho esfuerzo sillas, mesitas y varios muebles, hasta que logro escalar entre ellos con firmeza y tocar el cristal, que enfriaba sus manos que contemplaban el mundo. Abrir el viejo pestillo tampoco sería tarea fácil pero ya había previsto esa dificultad y con un palo de madera comenzó a golpearlo desde abajo, despacito y con golpes secos. Apenas movió el pestillo y la ventana se abrió de golpe con mucha fuerza por el viento que pegaba en su cara, en su cuerpo, empujándole hacia atrás, como no queriéndolo. Él se aferro al borde, pensó en su madre, abrió los ojos y se tiró.
No hay comentarios:
Publicar un comentario